La correspondencia del cardenal Granvelle revela el uso habitual de varias lenguas europeas antes de que Felipe II generalice la traducción al español
La catedrática de la Universidad de València Júlia Benavent explicó ayer en la Universidad de Klagenfurt la variedad de lenguas utilizadas indistintamente en la correspondencia oficial durante el Imperio de Carlos V. Benavent lleva años trabajando sobre la correspondencia del cardenal Granvelle, que fue secretario de Estado de Carlos V y Felipe II. Aportó documentos inéditos, que ponen de manifiesto el uso habitual de francés, italiano, español, latín, alemán y catalán en el intercambio de información escrita. Con Felipe II, esta pluralidad disminuye al generalizar el uso del español y promover la traducción sistemática a esa lengua. Algunos de estos documentos registran también la importación de nuevas palabras originarias de Turquía o de las colonias de América. La conferencia, a la que asistió un nutrido público de alumnos y profesores, fue organizada por el Instituto de Romanística de la Universidad de Klagenfurt, que dirige el catedrático Raymund Wilhelm.
La profesora valenciana dedicó una especial atención a la correspondencia cifrada, normalmente utilizada para las comunicaciones del emperador y su entorno con los embajadores y los espías distribuidos por diferentes países. Este tipo de cartas emplean un lenguaje artificial mediante diferentes tipos de códigos para garantizar el secreto de las comunicaciones. En la época, las cartas circulaban en documentos de papel que portaban mensajeros a caballo en una Europa dominada por los conflictos bélicos.
En su investigación, Júlia Benavent ha encontrado una cuarentena de distintos códigos de cifra utilizados durante un decenio. Se trata de cifrarios basados en signos alfabéticos, numéricos, musicales y otros tipos de representación gráfica. Como revela la correspondencia, cuando se tenía indicios de que alguna carta podía haber sido interceptada, se cambiaba el significado de los signos. Se utilizaban técnicas como introducir signos sin significado o eliminar los espacios en blanco entre palabras para dificultar el descifrado. También era frecuente el uso de términos metafóricos para referirse a personas o elementos de aparición frecuente, como “ejército”, “enemigo”, “franceses”, “rey” o “papa”. Citó el ejemplo curioso de que el concepto “pollo” aparece repetidamente en la correspondencia para hacer alusión al papa.
En este estudio tienen un especial interés las cartas escritas por mujeres. Una parte importante contiene diversos tipos de súplicas al emperador. Exponen la vulnerabilidad en que vivían algunas de ellas cuando enviudaban y quedaban desprotegidas y sin sustento económico. Estas cartas, a pesar de la escasa formación cultural que revelan, son autógrafas y por ello tienen un gran valor para el estudio de la historia de las mujeres.