Nuestro propósito en la investigación sobre Las mujeres en la Casa de Austria es reunir los documentos y las cartas que se han conservado en los archivos y las bibliotecas europeas. Nos basaremos en las fuentes primarias, en los documentos manuscritos inéditos, pero también en los ya publicados, sobre todo en el siglo XIX y principios del siglo XX. La intención es constituir un corpus, lo más exhaustivo posible.
Hay una doble división, o mejor sería decir clasificación. En un grupo están las mujeres de rango superior, como reinas, regentes y princesas. En otro grupo, las mujeres de rango medio, como consortes y familiares de gobernadores, capitanes, sirvientes, religiosas y artistas. Otra clasificación se realizará por lenguas, aunque no sea estricta, pues algunas de estas mujeres usaban más de una.
Del primer grupo forman parte la reina Juana, madre de Carlos V, Margarita de Austria, Isabel de Portugal, María de Hungría y Leonor de Francia, hermanas de Carlos V; Juana de Austria, Margarita de Parma y María de Bohemia, hijas del emperador. También se incluirán en este primer grupo las esposas de Felipe II: María Manuela de Portugal, María Tudor, Isabel de Valois y Ana de Austria; y sus hijas, Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela de Austria.
Las mujeres de rango medio serán agrupadas por sus lenguas maternas. El grupo de mujeres italianas comprende a Adriana de Rovera, Anna Lonatta, Clara Tolentina Taverna, Paola Torella Barbiano, Porzia Colonna, Corona Borromea, Anne d’Alençon, marquesa de Monferrato, Margherita Paleologa, duquesa de Mantua, Juana de Aragón, Duquesa de Tagliacozzo, Faustina Sacca, Francesca di Monfera, Gianna, marquesa de Incisa, Giovanna della Bella, Giulia Gonzaga, Giulia Sfondrata, Ricciarda Cybo-Malaspina, marquesa di Massa, Isabella di Capua, princesa di Molfetta, Isabella Luna Affaittata, Leonora Gonzaga, Livia Minuntula, Lucrezia Roverella Pia, Maddalena de Tassis, Maddalena Affaittata e Biglia, Margarita di Brodi.
Por poner unos ejemplos, citaremos los documentos de Anne d’Alençon, Duquesa de Monferrato (1492-1562), que manda a la corte a sus agentes Gian Giacomo del Pero y Vincenzo Guerrieri para negociar sus asuntos. O el caso de Giovanna d’Aragona (1502-1575), esposa de Ascanio Colonna, que defiende la separación de su marido ante el emperador y el papa.
El grupo de mujeres españolas está formado por Ana de Castillo y Velasco, Ana de Quiñones, Ana de Rojas, Ana de Veintimilla y Carceller, Ángela de Lupia, Beatriz de Tassis, Beatriz de Melo, Catalina de Cardona, Catalina de Robles, Constanza Pérez de Escamilla, Isabel Pérez de Escamilla, Isabel d’Oms i Cruïlles, Luisa de Rojas, María de Cardona y Requesens, Guiomar de Mendoza y Cervellón, Isabel Daça, Isabel de Aragall, Isabel de Aymeric, Isabel de Gotor y Saganta, Isabel de Manrique, Isabel de Mendoza, Isabel de Quiñones, Isabel de Rojas, Isabel Pérez, Leonor de Noroña, Leonor de Zúñiga, Luisa de Aragón, Luisa de Rojas, Luisa Quintana, María de Cardona y Requesens, María de Mendoza, María de Toledo, María Enríquez de Ribero.
El estudio realizado hasta el momento nos permite afirmar que los motivos de las cartas que escribían las mujeres de rango medio están estrechamente relacionados con sus familias: protección de los derechos de los hijos, súplicas para la resolución de problemas de todo tipo, acciones en defensa de sus propios derechos, negociaciones insistentes por unas condiciones de vida dignas, destinatarias de obras de arte, recetas de salud y belleza, escritura, etc.
Las cartas y documentos permiten reconstruir la educación, las condiciones de vida y su entorno político y social. Y lo que es más importante, la esperanza de sus herederos y la evolución de los conflictos familiares y religiosos en el devenir del siglo XVI. Se reúnen también todos los documentos relativos a las esperanzas de vida propia y a las muertes violentas de algunas mujeres a manos de sus maridos o familiares.
Un aspecto que no queremos descuidar, por la importancia que tuvo en su momento y por lo que supuso en los siglos posteriores, es la literatura de las relaciones de sucesos. Como la narración, en español y en italiano, de la entrada y celebraciones del matrimonio de Isabel de Portugal y Carlos V, y la relación del matrimonio, nacimientos de los hijos y exequias fúnebres de Giovanna d’Austria, Gran Duquesa de Toscana.
Otro aspecto que destacamos es la atención a los secretos de salud y belleza de las mujeres del siglo XVI. Se estudia también la salud y la enfermedad, con especial interés en la medicina de las mujeres que comprende dos aspectos: Los tratados de obstetricia, escritos por hombres, junto al abundante intercambio de recetas y remedios para conservan su salud y curar la enfermedad. En este sentido hay también que distinguir entre las mujeres conocedoras y autores de las recetas y de los secretos, como las trementinaires, o el uso que se hacía de ellas.
Y los juegos de sociedad, la diversión, el baile y la música. Pero también las tareas que han sido asignadas a las mujeres, como el trabajo de aguja y los cuidados personales son también objetos de estudio. Nada que afecte a las mujeres es ajeno a nuestro interés.
Tenemos como ejemplo el famoso tapiz de Bayeux, que ya nadie discute como una verdadera crónica histórica de la guerra de los normandos a principios del siglo XI.
O la forma de escribir y narrar valiéndose de hilos y colores en los tapices y colchas bordades que, aunque se ven raramente en los museos, son dignos de estudio. En el Victoria and Albert Museum hay una buena muestra de ello: Tapices y colchas con la historia de Tristán e Isolda, de finales del siglo XIV, procedentes de Italia (Museum nº 1391-1904) y de Alemania (Museum, nº 1370-1864), o los bordados de escenas de baile son auténticos documentos narrativos, escritos con aguja por las mujeres, documentos que constituyen un campo de estudio marginado y de importancia fundamental pues a nadie escapa que la literatura oral del ciclo bretón tuvo en las lectores y oyentes femeninas a su público más constante.
En el estudio de las mujeres no todo debe confiarse a la palabra escrita y nuestro deber es hallar la manera de interpretar esos legados, otorgándoles sin dudarlo un carácter testimonial.